Dar gracias en todo


Leer la Biblia no siempre es fácil. Si alguna vez pensó así, pero le resulta vergonzoso decirlo, no crea que le ha pasado a usted solamente. En la Biblia hay, sin duda, muchas cosas que comprendemos fácilmente. Pero, algunas veces, nos encontramos con un pasaje que nos desconcierta, o peor aún, que nos enoja o incomoda. A veces, es porque simplemente no lo entendemos. Pero, a menudo, nos molesta porque no nos gusta lo que estamos leyendo. Es más fácil hacer caso omiso de esos versículos y pasar a temas más interesantes, que ponerse a discutir con Dios y hacer lo que Él dice. Leer la Biblia es difícil porque, al final, nos desafía a cambiar.
Primera a los Tesalonicenses 5.18 es uno de esos versículos que realmente pueden sacar a alguien de quicio: “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Pero, ¿qué de esas situaciones difíciles y dolorosas? No es razonable estar agradecidos por el sufrimiento.
Si yo hubiera escrito la Biblia, diría: “En la mayoría de las cosas dad gracias, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Es fácil estar agradecidos por las cosas buenas de la vida: por un bebé recién nacido, un aumento de sueldo, una casa nueva, o una noticia alentadora del médico. Pero ¿qué pasa si uno pierde su trabajo, descubre que su hijo está metido en drogas, o el médico nos dice que nos quedan apenas seis meses de vida? ¿Cómo puede esperar Dios, que uno esté agradecido?
Yo enfrenté este dilema hace algún tiempo cuando me lastimé el hombro, y el dolor que experimentaba era insoportable. Leí este versículo, y le dije al Señor: “Sé que dijiste esto, pero no es razonable cuando estoy sufriendo tanto. Simplemente, no me siento agradecido”. Luego me di cuenta de que no decía: “Dad gracias en todo cuando sintáis deseos de hacerlo”. Esta orden no tiene nada que ver con los sentimientos.
La gratitud afecta cada área de nuestras vidas.
Al darnos la orden de dar gracias siempre, Dios no quiere empeorar nuestra situación, ni que dejemos de un lado la razón. Es así como nos consuela y bendice. Él sabe que estar agradecido en todas las circunstancias nos afecta poderosamente. Estas son algunas de las lecciones que he aprendido:
La gratitud nos mantiene conscientes de que el Señor está cerca todo el tiempo. A pesar de que la gratitud no es algo natural en las circunstancias difíciles, dar gracias a Dios por caminar con nosotros en los buenos y malos momentos, nos hace más sensibles a su consoladora presencia.
Nos motiva a buscar el propósito de Dios en medio de las circunstancias. Saber que el Señor permite las penas y las dificultades con un buen propósito, suaviza el dolor. Aunque no entendamos las razones de nuestro sufrimiento, podemos dar gracias porque podemos descansar sabiendo que Él está usando cada adversidad para transformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8.28, 29).
Nos ayuda a someter nuestra voluntad a Dios. Cuando la situación que estamos viviendo es lo último que quisiéramos, dar gracias al Señor es un paso gigantesco con el que demostramos que queremos seguir el ejemplo de Cristo, y decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42). La gratitud nos ayuda a reconocer que la voluntad de Dios es lo mejor, aunque sea dura; de esa manera, somos capaces de renunciar al control de lo que queremos. Someternos al Señor cambia nuestro corazón.
Nos recuerda nuestra constante dependencia del Señor. El orgullo, la auto suficiencia y la independencia se evaporan cada vez que estamos atrapados en una situación que nos deja indefensos e impotentes. Dar gracias a Dios por su control sobre todas las cosas, nos recuerda que solamente Él es nuestra fortaleza.
El agradecimiento es un ingrediente esencial para tener gozo. No hay manera de “estar siempre gozosos” (1 Ts 5.16), sin dar gracias en todo (v. 18). Es por eso que las personas ingratas son tan malhumoradas. El gozo es una sensación interior de contentamiento, que fluye de la profunda convicción de que todos los propósitos de Dios son buenos, y que Él está en control.
Una actitud de agradecimiento fortalece nuestro testimonio ante los incrédulos. El mundo está lleno de personas que están enojadas, frustradas y abrumadas por las dificultades de la vida. El creyente que tiene una actitud de agradecimiento, es como una luz que alumbra en un lugar oscuro. Todos querrán saber por qué usted es diferente. Así podrá hablarles de su Salvador.
Dar gracias al Señor centra nuestra atención en Él, en vez de nuestras circunstancias. El secreto para tener un corazón agradecido, comienza con la comprensión del carácter de Dios. Conocer sus maravillosos atributos motiva la confianza y la gratitud. Él sabe exactamente por lo que usted está pasando, le ama incondicionalmente, y le entiende perfectamente. Cuando usted da gracias en los tiempos difíciles, Él se hace más grande, y las circunstancias se vuelven más pequeñas.
El apóstol Pablo era capaz de ver la vida desde la perspectiva de Dios. En 2 Corintios 4.16-18, dice que nuestro sufrimiento actual es una “leve tribulación momentánea”. Si usted está pasando por un momento muy duro, estas palabras pueden sonarle ridículas. Pero Pablo está comparando nuestra situación aquí en la Tierra, con lo que nos espera en la eternidad. Para él, un trecho de cuarenta años de sufrimientos y adversidades, no se comparan con el “eterno peso de gloria” que le aguardaba (v. 17). ¡Qué idea tan grandiosa! El sufrimiento que usted experimenta ahora, tiene el potencial de producirle una gloria incomparable en el cielo. ¡Eso sí que es un gran motivo para dar gracias a Dios!
Cuando estamos agobiados por nuestras circunstancias, dar gracias nos infunde vigor. La mayoría de nosotros podemos manejar las pruebas durante un corto tiempo, pero si continúan por un largo tiempo, es agotador. Si una enfermedad se prolonga, si siguen sin resolverse algunos problemas, o si las presiones económicas se vuelven más grandes de lo que podemos soportar, es hora de empezar a dar gracias a Dios porque Él ha prometido dar fuerzas a los cansados (Is 40.29). Él liberará su energía sobrenatural dentro de nosotros, para que podamos soportar con paciencia la prueba, y salir victoriosos de ella.
La gratitud transforma a la ansiedad en una paz, que sobrepasa todo entendimiento  (Fil 4.6, 7). Aprendí este principio por medio de una experiencia muy difícil. Cuando sentí ansiedad, descubrí que quejarme, enojarme y discutir con Dios, no cambiaba mis circunstancias. Finalmente, en mi desesperación, comencé a dar gracias al Señor. Solo entonces recibí su incomprensible paz. Mi situación no cambió por un largo rato, pero la paz de Dios guardó mi corazón todo el tiempo.
¿Qué elegirá usted?
La mayoría de las veces, preferimos salir de las dificultades antes que dar gracias a Dios. Pero ¿ha pensado alguna vez que la situación dolorosa es por voluntad de Dios? Recuerde que su propósito es hacer lo que es mejor para usted. Los propósitos del Señor para su vida van más allá de sus días en la Tierra. Comience por dar gracias a Dios hoy, cualquiera que sea la circunstancia en que se encuentre. Después de todo, ¿cuál es la alternativa –la amargura, el resentimiento y las quejas? Dios le hizo a usted para algo mucho mejor: para que disfrute gozo eterno. La transformación comienza con una sencilla palabra dicha desde el corazón: Gracias.
Dígala una y otra vez.  Repítala. Su gozo será radiante, una luz que brillará en un mundo en tinieblas y en la desesperación.
Autor: Dr. Charles Stanley 

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